domingo, 19 de abril de 2015

3.22 CRISTALINA (PARTE 1)


Es una pequeña habitación en penumbras, apenas iluminada por las luces rojas y azules que se cuelan por las persianas de la ventana. La habitación no está sucia, pero se ve que las baldosas del piso son muy viejas y sin brillo. En la penumbra se puede ver que las paredes son beige pastel, pero también se notan sin brillo.


En medio de la habitación una cama matrimonial, montada sobre una especie de bloque de concreto, cubierto con baldosas que definitivamente no combinan con las del piso. En la pared, a la derecha de la cama, la ventana por la que se cuelan las luces del aviso que dice “SELVA NEGRA, club and motel”. A la izquierda, la puerta del pequeño baño. En el techo hay un espejo-¿Quién quiere verse en ese espejo?- se pregunta el joven.



Frente a la cama el joven asustado, observando todo lo que le rodea en esa habitación.

Se escucha el eco del clásico de la salsa romántica “Aquel Viejo Motel”:


...Aquel Viejo motel trae el recuerdo el día que te hice mujer, 
Tu te negabas yo insistiendo pero después fuimos 
cayendo al dulce abismo que pretendes esconder. 
Aquel Viejo motel, de pobres luces de todos el peor 
Como palacio lo creía nuestro amor. 
Se asoman lágrimas que brillan al caer...

La puerta del baño se abre y sale una mujer delgada, semidesnuda, de estatura tan alta como la del joven, cabello negro corto, al estilo bob, piel clara y tatuada, se acerca al joven lentamente:


-Yo te hacía desvestido.

-¡AH! Bueno yo esperaba que salieras del baño.

-Jajajaja ¿Vas a usar el baño? Porque te ves pálido- la mujer pasa sus manos por los brazos del joven, En sus dedos se observan tatuados varios motivos femeninos, como flores, mariposas, palabras chinas y nombres. A pesar de la baja calidad artística, los tatuajes y sus colores lucen bien en aquella mujer. -¡Estás frío! ¿Crees que vas a morir?... Después de una hora conmigo, nacerás como hombre jajajaja...- ríe a carcajadas la mujer cerca del rostro del joven, soltando su soplo con aroma a cigarrillo y licor.

-Eee ee me voy a desvestir.

-Deberías mi amor… corre el tiempo… ¿Cómo te llamas?

- Romeo.

-¿Qué edad tienes?

-18.

-¿18? ¿Tan viejo? ¡Con razón tus amigos te trajeron cargado! Debieron traerte a los 15.

-Bueno… no sé cómo explicarte…

-¡Tranquilo! Jajajaja… relájate. Mírate estás tan asustado que ni se te ha parado.

La cara de Romeo está roja de la vergüenza ante la crítica de la mujer.

El joven y la mujer se desvesten, aunque a la mujer no le toma mucho tiempo, pues sólo se quita el sostén y las pantaletas. Romeo, en bóxers y medias deportivas blancas se detiene en su desvestir, sorprendido de la belleza de aquella mujer:

-¿Qué paso?- pregunta la mujer sonriente.

-¡Que bella eres!

-¡Yo soy divina! Jajajajaja ¿Qué no habías visto una mujer desnuda antes?

-¡OH Sí! En las revistas, a mamá, a la Nona, a una prima y a una amiga por… accidente.


-¿Por accidente sadicón?

-Si si… fue un accidente, estaba en una casa desconocida para mí y pensando que era el baño resultó ser el cuarto de mi amiga que se estaba vistiendo… También son lindos tus pies…


-¡Jajajajaja, Aaaaay! ¿Eres de los que le gustan los pies? ustedes los virgencitos si tienen cosas.

-Esa pluma de pavo real tatuada en tus pies…

-¿Bella verdad?

-¿Puedo tocarte?

-¡Claro!.. lo que no puedes, es besarme ni enamorarte de mi jajajaja.

Romeo abraza a la mujer y siente el calor de su cuerpo. El miedo comienza a pasar. La mujer lleva a Romeo a la cama lentamente. Sentada en la cama saca un preservativo de la pequeña gaveta de la cómoda que está a un costado, abre el empaque, se sienta encima de las piernas de Romeo, se coloca el preservativo en la boca. Romeo suspira profundamente ante la nueva sensación y comienza a acariciar el rostro, las mejillas y el cabello de aquella mujer que acaba de conocer…
  
Terminado el encuentro la mujer sonriente se pone su ropa interior, luego su vestido de licra color azul marino…


-No dejas de ver mis pies Romeo.

-¡OH! No, son tus zapatos… trasparentes. Son lindos.

-¡Están a la orden!

-No creo que me queden. Te lucen más bonitos a ti.

-Aprende: Siempre dile a las mujeres lo lindo que les queda algo y no lo bonito que es ese algo. ¡Vas a ser un fetichista empedernido! Estos zapatos, son de cristal, me los regaló mi “Hada Madrina”...


-¡ROMEO! ¡HOUSTON LLAMANDO A ROMEO!

Romeo sacude la cabeza y vuelve a la realidad actual.

-Vamos Romeo ¡Que no te de pena con Kenya!

-Romeo, no puede ser esto que cuenta @Perrofino. Si antes pensé que eran básicos, ahora estoy convencida que son unos cavernícolas ¿Entonces Romeo tu primera vez fue con una prostituta? ¿Casualmente la que estamos buscando?

-Kenya, veníamos de hacer la visita a la fábrica de cables que está en Valencia y a estos genios se les ocurrió desviar el transporte y meterme en el “Selva Negra”. Iba en contra de mi voluntad, de hecho me cargaron entre todos como si fuese un concierto de rock y me metieron para allá. Eso fue hace mucho tiempo, en 2006.

-“En contra de mi voluntad”, seguro te resististe hasta la muerte.

-No Kenya, estaba blaaaaannncooo del pánico- Piero contesta muerto de la risa mientras iba manejando su recuperado Subaru Imprezz.

 

Yendo por la carretera Cagua - San Mateo, al pasar por debajo del puente de la autopista, allí está el pequeño edificio de tres plantas, el “Selva Negra Club and Motel”. Son las siete de la mañana y a esa hora las mujeres se retiran a sus casas, mientras @Totupay, escopeta en mano, echa a culatazo limpio a los borrachos que decidieron que el “Selva Negra” era su lugar de pernocta.

El Subarú de Piero se estaciona, y los miembros de “La Hermandad” se bajan y se presentan:

-Buenos Días amigo-. Saluda Kenya (@AlfayOmega)

-¡Buenos Días!- saluda sonriente @Totupay mirando a Kenya de pies a cabeza.

-Vinimos a ver “Al Gato”. Él y Yo hablamos por teléfono y nos está esperando.

-¿Usted es?

-Kenya.

A las siete de la mañana, el bar del “Selva Negra” es un lugar lúgubre y desolado. Medio centenar de mesas con sillas patas arriba encima y una anciana morena limpiando el piso. Cerca de la caja está la entrada a la oficina del dueño “El Gato”. Es una oficina amplia con viejos muebles victorianos de cuero vino tinto. Los miembros de “La Hermandad” toman asiento, mientras “El Gato” termina de limarse las uñas.


Luego del protocolo, Romeo (@NIMITZCVN76) toma la palabra:

-Es extraño que un hombre regente estos lugares.

El gato mira a a Romeo con desdén y voltea una foto del escritorio. Era la foto en blanco y negro de una mujer vestida a la usanza de las conejitas playboy de los 60, con facciones muy similares a las de "El Gato" y un lazo negro en una esquina.


-¿Tienes algo contra mi madre?

-¡Ups! No era mi intención ofender.


-El viernes pasado en horas de la noche, asesinaron a un empresario en el sótano del centro comercial San Ignacio. El hombre iba de retirada en su camioneta, cuando un sicario se acercó y le propinó media docena de disparos. Obviamente fue un encargo, porque el hombre sólo fue asesinado, pero no robado, a pesar que cargaba diez mil dólares en efectivo en una maleta a la vista, porque estaba puesta entre el asiento del piloto y el copiloto. Nadie, excepto la policía vio esa maleta. En la escena había una mujer que salió corriendo durante el tiroteo, pero dejo uno de estos zapatos- Kenya saca la foto de un zapato hecho de un material transparente.


- La policía cree que la mujer forma parte del atentado pero nosotros creemos que todo esto forma parte de un ajuste de cuentas entre los Narcosoles y una mujer inocente, podría morir. Una amiga que vivía en “La Atalaya de David” nos contó que una de tus mujeres, usaba estos zapatos- finaliza Kenia.

-¡OH! Zapatos de cristal de Maison Maryela… Se fabrican en Bruselas, por encargo, y en este país ese único par, cuenta la historia de tres mujeres que los usaron, tres vidas, marcadas por el oficio más antiguo del mundo. Y no porque estos zapatos estuvieran bajo el influjo de una maldición. ¡NO! estos zapatos son solamente testigos de esas vidas.

-¿Tres mujeres?

-Yamira, Eliette y Cristalina. Pero todo comienza con la historia de Eliette; una historia muy triste. Pasaron casi cinco años, desde que la conocí, para que ella me la contara:


Eliette iba a ser la hija mayor del matrimonio entre Jamil y Azucena. Azucena estaba embarazada de su hermano Jermaine, que tenía seis meses de gestación. La familia era de  origen Libanés y vivía los Corales, allá en la Guaira. Jamil era un próspero comerciante de telas en el centro de Caracas. Eran los años 90, recién se recuperaban del saqueo que sufriera su abuelo en 1989. Tragedia que le trajo la muerte de un infarto.

Pero vino el golpe de noviembre de 1992. El auto donde se desplazaba la pareja fue abaleado en una escaramuza entre los golpistas, unos encapuchados del 23 de enero y las fuerzas leales al “Gocho”. Azucena murió de varios disparos y perdió al bebé.



Esos años fueron muy tristes para el padre y su única hija. Pero Jamil pudo recuperarse de su pérdida a los pocos años. Una de las empleadas de Jamil, Dalila, la administradora, supo consolarlo en sus momentos de mayor tristeza, hasta el punto que un buen día se casaron por el civil.

Eliette era una niña noble y educada. Ella aceptó esa relación sin mayores conflictos, con tal de ver a su papá feliz. La casa de Jamil y su hija, era grande y dio alojamiento cómodo a Dalila y sus dos hijas: Yuneisy y Daliasny, ambas mucho mayores que Eliette.

A pesar de la crisis económica permanente en Venezuela, el negocio de Jamil crecía. Pronto abriría una tienda en el centro comercial más grande de Puerto la Cruz. Por eso Jamil debía viajar por lo menos una vez a la semana allá para ocuparse de su negocio. Nuca llevaba a Eliette con él.

Un vehículo que quería adelantar a un camión en la carretera, a la altura del Guapetón, envistió el auto de Jamil.


Eliette, siempre que oye hablar de una fiesta de quince años, recuerda que bailó con su padre el “Tiempo de Vals” de Chayanne, tres días antes de quedar huérfana.


Todavía el cuerpo de Jermaine no entraba al crematorio, cuando la relación entre Eliette, su madrastra y sus hijas se deterioró aceleradamente. Eliette comenzaba a ser una molesta visitante en su propia casa. A los 15 años ella no sabía nada de cuestiones legales. Nunca se enteró que Dalila, su madrastra, con ayuda de un reconocido abogado corrupto, puso todo a nombre de ella, dejando a su hijastra a un paso de ser echada a la calle.

Pero Dalila encontró una fórmula práctica de resolver un problema de servidumbre; usando y abusando de su hijastra, bajo la excusa del “Gánate el pan que comes con trabajo”. Eliette abatida por el dolor de su pérdida, aceptó sumisa todo aquello. Dalila incluso la retiró del colegio de Monjas donde estudiaba, arguyendo que “ahora era una pobre viuda, no podría seguir pagando ese colegio tan costoso”.


Los días de Eliette transcurrían en la esclavitud perpétua a Dalila y sus hijas. Todo por el temor a enfrentarse a la calle y a sus penurias. Pero en el fondo de su corazón crecía un gran resentimiento, que sólo era aplacado por las oraciones y el recuerdo de las enseñanzas de su dulce madre.

Un viernes hubo gran revuelo en la casa de Eliette, ahora de Dalia y sus hijas. La familia del joven y prestigioso ex presidente del Congreso, organizaba una fiesta en su honor; con la segunda intención, que su hijo conociera a una mujer con quien relacionarse, ya que el muchacho era renuente a sentar cabeza” ¡Sabrá Dios los detalles! Además, para aspirar a la presidencia de la república, el candidato debe ser un hombre casado, “como decían las costumbres de la política”.

-Disculpa ¿Estamos hablando de Ernesto el…?

-Si Ernesto- responde “El Gato” a un asombrado Romeo.

-Recuerdo esa fiesta, pero yo no asistí- responde Kenya.

Eliette no estaba ni remotamente interesada en ir a ese evento. Solo veía expectante como la vieja y sus hijas se preparaban entre gritos y quejas de “no tener que ponerse”: de lucir tal o cual peinado, que un zapato combina o no con que. Eliette estaba en otra cosa, más bien huía de ese pandemónium, para no salir humillada.


Pasada una hora desde que Dalila, su madrastra y sus dos monstruosas hijas, se habían marchado; Eliette, sentada en un rincón de su cuarto, tuvo por fin unos minutos a solas, pero no de paz. En ese tiempo recordaba a su padre, a su madre, al hermano que no pudo conocer. El llanto y la soledad se apoderaban de ella.



El timbre sonó y ella atendió la llamada. Era Yamira del Carmen su vecina.- Una de las mejores chichas que llegue a tener acá. No se crean, en este mundo hay chicas que se superan y Yamira era una de ellas.

Todas mujeres de familia de Los Corales rumoraban del oficio de Yamira, pero sólo sus esposos podían dar fe de la veracidad de esos rumores. Nacida de las calles de Macuto y las cercanías al puerto y a los hoteles, Yamira se echó a la espalda a su madre y a su hermano discapacitado, vendiendo su cuerpo desde los 14 años. Pero ella era una mujer astuta y fuerte, no dejo que la droga, el alcohol, las enfermedades, las navajas y la pólvora la derrotaran; y le sacó provecho hasta el último bolívar, dólar o euro que se sostenía de sus ropas interiores.



Ella (Yamira) sabía que envejecería, que su flor no sería eterna, así que se propuso conquistar a un hombre que le garantizara un retiro digno. Y lo logró; conquistó a un empresario alemán que la puso a viajar por el mundo, le dio casa y carro, le operó los pechos y las nalgas, e incluso le dio dos hijos. Pero para ese alemán, la casa de Yamira era un lugar de paso. Así que mientras el “Catire” viajaba por el mundo, quizá, pasando la vida con su esposa y sus hijos en Alemania, Yamira continuaba “redondeándose la arepa” pero en la liga de las prepago.


Se dice que Yamira y Azucena fueron amigas en el liceo José María España. Por eso Eliette trataba a Yamira con cariño y sin el prejuicio de las otras mujeres de la Urbanización.

Yamira consoló a Eliette y le sugirió ir a la fiesta del joven ex congresista. Arrastras Yamira llevó a Eliette a su casa y la proveyó de un elegante pero sensual vestido azul marino con pedrerías negras de Oscar de la Renta. Sin mucho esfuerzo Eliette fue maquillada y peinada por Yamira, la chica tenía una belleza natural, que el exceso de maquillaje podía más bien afear. 

Lo más difícil fueron las manos y los pies, dañados por el calzado barato y los detergentes usados en los oficios propios de su esclavitud. Pero Yamira era una talentosa estilista integral: maquillaje, cortes, peinados, manicure y pedicure, oficios que aprendió en un intento por dejar la prostitución, pero que terminaron siendo complementos del viejo oficio, que al final, era más rentable.

Maquillada, peinada y vestida con ese fino vestido Eliette era una mujer completamente diferente. Entonces Yamira puso el punto final a su obra maestra. Le regaló este par de zapatos de cristal. Yamira tuvo buen ojo, los pies de Eliette calzaron sin dificultad en esos zapatos que habían sido diseñados a la medida de los pies de Yamira.



“Debes ser fuerte y astuta niñita. Tomar lo que es tuyo a la primera oportunidad y no tener miedo !Sobrevivir es lo primero hija! Haz como Yo, que a tu edad me tocó enfrentarme a la vida para no morir.”- era el consejo que Yamira le daba a Eliette.

Yamira metió a Eliette en su Hyundai Tiburón rojo y llevó a Eliette hasta el Eurohotel, donde se daría la fiesta. Yamira le entregó a Eliette un celular Motorola Star Tac para estar en contacto al momento de marcharse.


La invitación no sería gran problema, todos en el Eurohotel conocen a Yamira. Ella, cual fantasma, puede entrar y salir con un cliente, del evento que desee, y meter a quién quiera junto con ella.

La Fiesta ha comenzado. Una orquesta toca canciones latinas, salsa y merengue, sin la fuerza y el ritmo que se puede oír en otros estratos sociales. Hay que mantener la compostura y la sobriedad.



“El Principe” del evento recorre el salón escoltado por sus padres, quienes lo presentan con cada una de las familias invitadas y en especial con las que traen a sus bellas hijas.

Dalila, obsecuente y embelezada, presenta al joven diputado, sus dos hijas. Pero este luce cansado y aburrido; además Yuneisy y Daliasny están muy lejos de ser unas diosas griegas, una más bien parece un cíclope y la otra una arpía, sin contar a su madre que parece a la medusa.



Eliette, vestida con el hermoso vestido azul de Oscar de la Renta, entra en el “Salón Señorial”. Como en la pasarela de Milán, la dulce Eliette baja las escaleras y camina con la mirada al frente por el salón.

Las miradas de los invitados caen sobre ella y el joven diputado ha quedado cautivado con su belleza. Dalila y sus hijas están asombradas. Parece que la han visto antes.

“Hola, soy Ernesto”… se presentó el homenajeado. Los ojos de Eliette se abren de asombro ante ese elegante hombre y su brillo deslumbra a los invitados.


Un mesonero que pasó por un lado de la pareja con copas de champaña es detenido por un ligero gesto del hombre y le ofrece a Eliette, una copa. Eliette la toma y brindan.

Luego de un par de palabras y un sorbo, otro mesonero se lleva las copas y la pareja comienza a bailar un clásico vals.

Ernesto no deja de bailar con la misteriosa y hermosa mujer, del que todos preguntan ¿de qué familia es? La Orquesta ha tocado ya una docena de piezas, casi una hora y media de vueltas y contacto cintura con cintura, ojos con ojos.

Cuando Dalila exigió a los organizadores auditar las invitaciones, era demasiado tarde. El joven diputado, presidente del congreso y su hermosa compañera de baile se habían marchado del salón.

Fue breve el paseo por los jardines del hotel. El tiempo exacto para conocerse y contarse sus vidas, el silencio que sigue al final de ambas historias se rompe con el sonido de los labios unidos en un desesperado beso. En un abrir y cerrar de ojos los dos estaban desnudos, unidos sus cuerpos en frenética pasión en una de las habitaciones del EuroHotel.



No se sabe qué pasó con la fiesta. Tampoco que pasó con el joven Ernesto, que fue despertado por la lluvia y se vio solo en la habitación. Tal vez sólo le quedó el recuerdo de aquella mujer del vestido azul y de los zapatos de cristal, porque a diferencia del cuento, Eliette no perdió ningún zapato.

Mientras en la Guaira se hablaba del referendo constituyente y de las lluvias que venían cayendo hace más de cuatro días; en “la casa” de Dalila sólo se hablaba de la fiesta, de lo mal que le fueron a las “Niñas de la casa” y de las maldiciones contra aquella mujer del vestido azul.

Eliette, en cambio, estaba tranquila y sonriente, lo que causó la ira de Dalila que no  dudó en maldecirla y echarla de la casa, arrojándola hacia la tormenta. Eliette estaba parada frente a la casa, bajo la lluvia, esperando que fuera una mala broma que la echaran a la calle. Pero unos minutos más tarde le echaron su bolso por la ventana. Obviamente no lo revisaron, los zapatos de cristal seguían allí dentro.


El torrente de aguas lodosas que bajaba por la calle, le cubría los pies a Eliette y seguía subiendo. Eliette fue a casa de su “Hada Madrina”, Yamira, pero recordó que dos días antes, el alemán se la había llevado a ella y a sus pequeños hijos a Europa, a un país llamado Andorra o algo así. Eliette, recordó amargamente, que rechazó irse son ellos.

El nivel de las aguas le está llegando a Eliet a mitad de la pierna, cerca de las rodillas y está comenzando a sentir la presión de la corriente. Eliette llama a las puertas de las casas de sus vecinos con desesperación, pero algunos de ellos le responden desde adentro o desde las azoteas, que no abrirán las puertas, que no podrán ayudarla. Está anocheciendo, se ha ido la luz, Eliette apenas puede ver, pero siente que el agua ha llegado a las rodillas y  cae, siendo arrastrada una media cuadra. Por obra de Dios. Eliette se sujeta de un poste y un torrente de adrenalina llega a su corazón, haciendo que saque fuerzas más allá de sus límites, y logra trepar el poste hasta sentarse encima de los transformadores. Su ignorancia le impide pensar en lo peligroso que puede llegar a ser eso.


Cuando Eliette despertó, se encontró enredada entre los cables eléctricos, tanto, que se podría decir que Dios mismo, tejió una red que la salvó de caer al río de lodo y piedras. El poste estaba sepultado hasta muy cerca de los transformadores. A su alrededor Eliette pudo ver que lo que antes era una lujosa urbanización cerca de la playa, ahora era un desierto de ruinas, lodo y muerte.

Las calles estaban irreconocibles. Sólo algunos edificios quedaban en pie, destruidas sus bases por enormes piedras. Uno de ellos sirvió de referencia para ver donde estaba su casa, pero en su lugar solo había enormes piedras y un lodazal mezclado con filosos trozos de bloque de arcilla y vidrios pulverizados.


Eliette divagó como un ánima en pena durante toda esa semana, hasta que cayó en un refugio para damnificados en Catia, en la capital. Se salvó dos veces de ser violada y asesinada, así que huyo de ese lugar para vagar en las calles del este donde había un “poquito más de seguridad”, para mantenerse con vida.


Desesperada por el miedo y el hambre, Eliette, convencida que no había nadie más en el mundo a quien pedirle ayuda, comenzó a llamar a los teléfonos almacenados en el directorio del celular que le regaló Yamira. Así fue como dio con nosotros, los antiguos jefes de Yamira. “Totupay” la recogió, le dimos alojamiento temporal que pagaba con el trabajo de la limpieza, del cual ella tenía bastante experiencia. En ese ínterin descubrimos que estaba embarazada. Ella no lo sabía, pensaba que los síntomas eran producto del estrés postraumático, producido por la tragedia. Entre los ruegos y la caridad de las chicas ella pudo tener su bebé: “Cristalina”.


-Pero si es como usted cuenta esa niña es de…

-¡Si amiguito!- responde “El Gato” a Piero. Kenya se angustia visiblemente.

-¿Por qué no acudió a Él?

-¡Yo también se lo pregunté todo este tiempo! Pero sus razones eran válidas: Temor a ser atacada, humillada, a que le quitaran o mataran a la niña, a ella o a ambas. Verse sin su hija, sin la única familia que le quedaba en el mundo iba a ser un duro golpe. Además ya por esos años corría un rumor feo del “padre” de la niña. Algo sobre actos lascivos con otro hombre en un Bentley plateado en el Hatillo. Ya era suficiente para ella saber que su hija conocería el oficio al que se dedicaba su madre, para saber que su padre, andaba en “cosas raras”. La vida de Eliette era bastante triste y complicada, para complicarla aún más. Recibí las mismas respuestas, cuando le dije que una de mis niñas conocía a un magistrado del Tribunal Supremo, que le podría ayudar a recuperar las propiedades de su padre, dándole una parte. El método "CHAZ" claro.

Cuando Eliette se sintió preparada para volver a trabajar, ya no quiso volver a limpiar habitaciones, ni baños. Quería ser una de las chicas de la “Selva Negra”. Las matemáticas no fallan, ella sabía que no iba a poder sostenerse a si misma, ni a su hija. Era una bella niña de 17 años, la mayoría de las chicas comienzan en este mundo a los 13 o 14, y cuando llegan a los 17 ya están consumidas por los vicios de esta vida, pero ella, a pesar de su vida de sufrimiento, no había perdido su belleza, ni su fuerza. Todo lo que se ponía le lucía muy bien. En especial con los zapatos de cristal de Yamira. Así que pudiendo superar el trauma de las primeras veces, aprendió rápido y se convirtió en una trabajadora sexual muy profesional y demandanda.
  
-Y luego de tan asombrosa y larga historia ¿Dónde podemos encontrar a Eliette?- pregunta Romeo.

-No la encontrarán. Eliette fue encontrada muerta hace dos años en la autopista, a la altura de Turmero. Fue el “Chigüire”, el líder de la poderosa megabanda del Guárico. Estaba muy enamorado de ella y ella no le correspondió. Él le advirtió que si no era para él, no sería para nadie... ella nunca le correspondió a nadie.


 
-¡Pero “Gato”, haber empezado por allí desde el principio! ¿No?- exclama Kenya.

-Si Eliette está muerta, entonces alguien le robó estos zapatos…-, dedujo Lucas (@Perrofino)

-No. Su hija los recuperó cuando le entregaron el cadáver. Eliette hizo el esfuerzo de volver a la Guaira para reconstruir su vida y compró una casita en el Barrio Maiquetía. Quizá su hija esté allá y seguro quiso seguir los pasos de su madre. Por eso esos zapatos fueron a parar a esa escena del crimen.

-Iremos a La Guaira entonces a ver que conseguimos ¡Tenemos que encontrarla antes que la policía o "EL COLECTIVO"!- exclamo Kenya.



-¡Acá está la dirección! ¡Salven a esa muchacha! Fui muy abierto con ustedes porque, quizá, si vuelven, ya nosotros no estemos. Un personaje famoso en las cumbres del poder, “Carroñito”, seguro lo conocen, quiere comprar mi empresa para sumarla a su franquicia de puticlubs. Mister Louis Vuitton se ha adueñado de todos los locales del llano, desde San Fernando hasta Maracay. Su especialidad es la “carne tierna” al más alto precio.

Kenia furiosa se retira junto con Romeo, Piero y Lucas. El Subarú Imprezza va de  regreso a Caracas, el destino final, La Guaira…


ESTA HISTORIA, CONTINUARÁ.

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DEDICADO A "ELIETTE", cuyo nombre real no recuerdo.




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