lunes, 17 de noviembre de 2014

3.12. AIDA (@Camilia25)


-¡BUENOS DIAS! Romeo (@NIMITZCVN76)

-Buenos Días Doctor Barreto.

-¡Romeo! Ya no eres el niño de 12 años ¡Puedes llamarme Antonio a secas!

-Sabes como soy yo, hay costumbres de niño que no se pueden dejar.




-Ese superyó tiránico que te gobierna… ¿Y a que has venido? Te veo tranquilo y feliz. ¡Vi por Facebook que tuviste una beba preciosa!

-¡Es bellísima! Todo es lindo excepto cuando hay que comprarle pañales que hay que hacer una cola enorme, caerse a golpes con los buhoneros, presentar la cédula y la partida de nacimiento y no volver a comprar hasta la siguiente semana.

-¿Y la leche…?

-¡Gracias a Dios! Su mamá está bien equipada ¡Jajajajaja!

-¿Cómo está tu mama? ¿Y la Nona?

-Mamá y la Nona están felices por nuestra hija. Aunque la Nona ha estado un poco enferma. Tú sabes, ya a los 80 la salud comienza a fallar.

-Bueno, entremos en materia, ¿Por qué estás aquí? ¿Has tenido pesadillas otra vez?

-JAH, las pesadillas sobre la muerte de mi padre cesaron hace muchísimos años. Ahora tengo otro problema. No sé qué pensar, ni siquiera sé por qué estoy aquí. He pensado en ir a la Iglesia pero rezar unos cuantos padres nuestro no resuelve mi dilema. Estoy preocupado…

-¡Engañas a tu mujer! ¡No no! No me mires cara de perro atropellado, como queriendo decir ¡Oh! ¿Como lo sabes? Los poquísimos hombres y mujeres infieles que vienen aquí a "confesarse", vienen con el mismo ratón moral.





-Eeee sí, bueno no. Digamos fue algo casual que no creo que se repita…

-Todos dicen lo mismo Romeo.

-Al menos déjame contarte…

-Es tu dinero. Pero tienes una hora o menos…

Romeo comienza a rememorar los hechos ocurridos en esa semana de Noviembre en que fue enviado a Nueva York. Aunque la historia que le cuenta al doctor no revela todos esos detalles que pueden resultar irrelevantes:

LUNES

La compañía para la que trabajo nos envió a Hernán (@Blackman) y a mí, casi de emergencia a Nueva York. En esa ciudad está la casa matriz del licenciante de una planta de mejoramiento de crudo que estamos construyendo para la Faja Petrolífera. Cuando salimos de recoger nuestras maletas en el terminal 8 del aeropuerto JFK, ella estaba allí esperándonos con un cartel de la compañía con nuestros nombres.

-¿Quién?


Esa hermosa mujer de piel blanca,  cabello negro intenso, largo y brillante, sus ojos verdes enormes. Llevaba unas botas negras de cuero con unos tacones altísimos, vestía  una gabardina negra muy ajustada.

Estaba terminando el otoño. Comenzaba a sentir el frío. Según The Weather Channel for iPhone son 14°C. Estábamos destruidos, porque un vuelo que debía ser de cuatro horas, se convirtió en siete, porque ahora hay que hacer escala en Miami. Sumadas las cuatro horas de pérdida de tiempo en Maiquetía. Pero ver esa imagen tan hermosa me hizo olvidar que necesitaba un alambre y un frio-gel para reconstruir mi trasero.

-Buenos días, me llamo Aida Jardin. Soy consultor jurídico de la Oficina Técnica Rioja y Oporto en los Estados Unidos.

-Buenos días Soy Romeo Gómez, mecánico pero vengo también por procesos e instrumentación.  Y él es Hernán Suarez, electricista.

Tomé su mano. Era delgada y delicada. Procuré no apretarla mucho. Tenía unas uñas negras, no muy largas. Nos miramos a los ojos por un par de segundos.

-¿Qué tal el viaje?- preguntó ella.

-¡Matado!- responde Hernán.

-¡Oh Sorry! Lástima que no se pudo arreglar el viaje para que tuvieran al menos un día de descanso. En un par de horas es la reunión en Thomas & Wallace Oil Solutions. De allí los llevaré para el hotel para que descansen.


Nos montamos en su auto, un Audi A4. El trayecto fue de casi una hora hasta el lugar de la reunión, por el tráfico. Eran las 8am, todos van al trabajo a esa hora, como en cualquier otro lugar del mundo. Fue un paseo maravilloso para el que pocas veces sale de su país. Hernán y yo, no despegábamos nuestros rostros de las ventanas del auto de Aida.
Por el camino todo es grande e infinito, cosas nuevas para nosotros. La vista de Manhattan desde el puente Williamsburg era maravillosa. Yo no dejaba de estudiar el puente. Aida se sentía como si llevaba a dos extraterrestres en su auto. Llegamos a un pequeño edificio blanco en la avenida W. Broadway a ocho cuadras del World Trade Center. Allí nos esperaban el dueño de la compañía, nuestro veintiúnico cliente representado por dos burócratas de PPTSA (que parecían ser los únicos felices) y los ingenieros de  Thomas & Wallace (T&WOS).




Uno de los ejecutivos de T&WOS nos hizo una larga presentación de la compañía en un intrincado inglés texano que era traducido de forma simultánea por Aida al español. Yo me estaba cayendo del sueño. No sé como hacía Hernán para mantenerse atento. Albino, el presidente de la compañía, me advirtió que si mi frente tocaba la mesa, me clavaría el alfiler del pin de la compañía que lleva en la solapa, por un costado.

Entonces el ejecutivo develó el modelo 3D de la planta que pensábamos construir. La edición del modelo era de muy alta resolución y realismo muy profesional. Todos en la sala estaban maravillados por las convincentes palabras y promesas del hombre que parece descender de una larga dinastía de vendedores.


-Excuse me Williams. Is your name ¿Is it?
-Disculpa Williams ¿Es tu nombre verdad?

-Oh ¡Yes!- Respondió el ejecutivo consternado.

-Your plant won’t work.
-Tu planta, no va a funcionar.

Las veinte personas presentes enfilaron su mirada asesina hacia mí. Incluyendo la mirada de Aida, cuya impresión de mí se vio deteriorada por mi cabeceo.

-Lo escribimos en cientos de correos; con toda la argumentación, en perfecto inglés y bajo un consenso unánime de todas las disciplinas. Para “OTRO” como contratista responsable de la construcción, que esa cosa, funciona muy bien con las Arenas Bituminosas de Alberta, pero con el crudo Mapurite-75, se va a incendiar.


-¿Incendiar? ¡No queremos cosas que se incendien!- salta alarmado uno de los representantes de PPTSA.

-Romeo ten más tacto por favor- sonríe nerviosamente Albino de la Rioja al cliente y a los anfitriones.

Aida no quita su mirada de pánico.

Romeo se pone de pie y se para junto a la pantalla, al lado opuesto del presentador.

–Por favor, que el Model Manager ponga este modelo en vista de planta-. Romeo toma un apuntador láser y un marcador de la pizarra digital. Con su agenda en la mano y con su limitado inglés, comienza a numerar una a una cada razón que cuestiona el futuro funcionamiento del equipo que T&WOS planea vender. Ante cualquier tropiezo con el idioma, Aida está allí para aclarar el término o mejorar las pronunciaciones. Aida no para de observar cada gesto, cada movimiento, la seguridad con la que el Ingeniero venezolano, no solo cuestiona sino que propone soluciones.

-¡Hernán!- Hernán brinca de su puesto… Romeo acaba de descubrir que Hernán duerme con los ojos abiertos. Hernán se pone de pie, se presenta, desmonta su laptop y se acerca al Model Manager para pedir mostrar a todos lo que el equipo de OTRO ha preparado para ajustar el diseño a los requerimientos reales del proyecto.

La audiencia está atónita con el equipo modificado, propuesto por los ingenieros de OTRO.

Jack Thomas, director técnico de T&WOS mira muy seriamente a sus ingenieros, y luego de mirar la pantalla por medio minuto, da un veredicto.

-Esos cambios representan un aumento del 30% en nuestro equipo.

-Pues salió más barato de lo que estimábamos- Responde Romeo.

Pancracio Machuca, representante de PPTSA ya tiene todo resuelto, -Esa diferencia del costo la pagará el “CONTRATISTA”-. Albino parece morir.

-Hombre no me pagas las facturas desde Febrero.



-Ah vamos con la... ya no hay “Guarimba” y creo que no tienes plata para pagarme tampoco. ¡ME ESTAS REVENTANDO hombre!

-¡Esta bien! Te pagaremos hasta Agosto, si nos tratas bien- golpea Pancracio a Raimundo, su camarada, con el codo y ambos se sonríen. Albino se lleva las manos a la cabeza y voltea a ver a Aida.

-Señor la limusina que mandó contratar para los señores está abajo esperando-. Albino suspira de alivio y luego mira a sus dos ingenieros.


-Mañana a primera hora, aquí con la gente de Mr. Thomas para preparar el “CAMBIO DE ALCANCE”. Apóyense en Aída. Yo me iré con Pancracio y Raimundo a “Discutir los términos”…

-En los batitubos jajajaja...- sonrie Raimundo.

Al salir de T&WOS nos fuimos a comer a un restaurante llamado “Aquarium Grill”, que queda en esa misma cuadra. Hernán no dejaba de contarle a Aida nuestras pequeñas batallas con los licenciantes extranjeros.



-Todo se pudo haber resuelto con una teleconferencia, pero no queremos que los indiecitos estos vengan y nos digan en nuestra cara, que somos unos ¡idiotas! ¡ jajajajaja!

-Hernán, este restaurante queda muy cerca de donde estábamos, no vaya a ser que alguien de T&WOS nos oiga.

-¡Ay Ay! ¡Ustedes me matan de risa!- responde Aida.


-¿Veo que el World Trade Center queda cerca de aquí podemos ver el museo antes de irnos al hotel?

-Ah Romeo, es un lugar muy triste, hay lugares más bonitos en Nueva York.

-No no Aída, hay que llevarlo para que se le quite la mari#”!ra porque si no va a ser como cuando fuimos a Berlin. Nos llevaba arrastras para ir a ver “LA PUERTA DE BRANDEMBURGO” y el “Checkpoint Charlie”… y todas esas cosas...

-¡Ah vai#$a Hernán! ¡No me rayes! Tranquila Aida, no te sientas obligada, sé muy bien lo que los Neoyorkinos opinan de ese lugar.
-Aida vamos a salir de eso, porque si no va a ir por su cuenta, y capaz se pierde como cuando fuimos a Londres. “¡Oh mier&%$a no sé devolverme pal Hotel”- Hernán se sacude de la risa y Aida lo acompaña mientras Romeo está abochornado y un poco molesto. Pero cuando Hernán se incorpora para contar otra “anécdota” confirma lo que él presentía hace bastante rato. Él era observado-¿Qué tal si pedimos la cuenta y llevamos al niñito al WTC?

Aida pide la cuenta. El mesonero debía regresar con la factura y el comprobante de pago de la tarjeta de crédito para Aida. Pero regresa además, con una botella de champaña y una nota… para Hernán.


-Uuuuuyyy ¿Qué tenemos aquí?- Romeo y Aida están soprendidos.

-¿Quién manda eso?- Pregunta Aida.

-Una de las chicas que estaba sentada en aquella mesa- el mesonero señala una mesa del lado opuesto del restaurante, donde ahora hay una pareja de ancianos.

Hernán lee la nota, pero en vez de sentirse alagado, se le ve preocupado.

Romeo y Hernán están por fin en The Box House Hotel.


-Sólo quería saber donde estaban las torres y ver todo aquello y tomar miles de fotos... mas nada Hernán. Me siento satisfecho por hoy, y creo que tú también.

Hernán en cambio mira al techo desde su cama y no responde.

-Noto que desde que tus admiradoras del restaurante, te regalaron la champaña andas raro y distante… ¿Eran unas tipas muy feas o unos transformer?

-¡No no! sólo me sentí extraño. Por cierto Aída te mira con ojos de deseo.


-Ah no, ya vas a desviar la va#$/a. Soy un tipo casado y con una hija. No ando en eso. Aunque te confieso que es linda.


-Casado, pero no capado. Que sueñes con Aida de angelita Victoria Secret.

MARTES

Estamos en las oficinas de OTRO en Nueva York, en el Atlantic Terminal Mall. Todo apunta a que terminaremos justo a medio día, almorzar y luego salir a conocer. Buena parte del trabajo lo traíamos listo de Venezuela.


Aida estaba bastante animada. Me dijo que en esa pequeña oficina el trabajo no era tan intenso. Más fuerte es el trabajo en las oficinas de Miami ya que allí es que se embarcan los equipos hacia Venezuela.

-Saben, es 18 de Noviembre, día de la Chinita. Los venezolanos imigrantes, muchos de ellos, maracuchos, se reunirán hoy en la misa de las 5:30pm en la Iglesia de San Emérico y luego irán a tocar gaitas en el Café con Leche en Firts Avenue de Manhattan.

-¡Claro vamos!- exclama Romeo.

-¡Fino! Pero estaré con ustedes hasta las ocho más o menos. Contacté a unos amigos en Facebook y quiero volverlos a ver.

-Hernán no sabía que tienes amigos en Nueva York.

-Ah vamos, uno tiene amigos en todas partes, ya sabes.

-Eres un rompe grupo ¿sabes? Aída, iremos a lo de las gaitas ¿vale?

-Bien.

Justo a las 11 enviamos el correo con el documento en pdf a Albino, nuestro jefe. El trabajo estaba concluido. Aguantamos un poco el hambre hasta llegar a Times Square. Allí nos atracamos de perros calientes y caminamos para ver tiendas y cosas.


Llegamos al lugar donde ocurrió el famoso beso del marinero y le enfermera. Donde está el monumento. Entonces comencé a narrar la historia que más o menos conozco, porque la contó papá.


-Era un marinero que recién llegaba del pacífico. Cuando se enteró que estaban ganándole a los japoneses salió a la calle emocionado. Afuera, estaba desfilando un grupo de enfermeras que regresada de servir en Europa- Romeo dominado por la emoción del momento toma a Aida del brazo, -entonces el marinero agarró a la primera enfermera que se le atravesó y- Romeo de un tirón hace que Aída de una vuelta como si estuvieran bailando merengue, el brazo derecho de Romeo termina en la cintura de Aída y ella ligeramente inclinada hacia atrás con su cabeza apoyada sobre el antebrazo izquierdo.

Ella me miraba con sus enormes ojos, como esperando que sucediera…

-¿Qué cosa?- pregunta el doctor Barreto.

-El Beso del Marinero. Pero no pasó…. Hernán sudaba frío. Dijo “¡Nada! ¡Este si es pasao! ¡Ya la beso!”. Nos reímos mucho Hernán y yo pero entonces ella grito “Why did you stop? Why didn’t you kiss me?” no parábamos de reírnos, pero ella lo decía con sentimiento y risas.



Llegamos a la mitad de la misa dedicada a La Chinita. Sólo la mitad de la nave central estaba llena de venezolanos inmigrantes. A pesar de haber presenciado la mitad fue muy emotivo. Hernán se separó de nosotros, tomó un taxi. Parecía muy seguro de a dónde iba, aunque era la primera vez que venía a los Estados Unidos, que yo sepa. Hubo que hacer milagros para sacarle la visa.


Aída y yo nos fuimos caminando al “Café con Leche” a tres cuadras de la iglesia. El lugar es acogedor y alegre. Unos hombres improvisaron un grupo de gaitas y comenzaron a cantar algunas gaitas clásicas.

-Papá y Mamá inauguraron esta iniciativa de celebrar la Chinita en Nueva York hace cinco años. Lo hizo para que no extrañáramos nuestro verdadero hogar.

Vienen de toda Nueva York, incluso de Boston y Atlantic City. No a todos nos va de las mil maravillas. Algunos hasta viven en sus autos o casas rodantes-, comienza a relatar Aída con cierto aire triste y nostálgico.

-Yo creo que algún día estas personas volverán Aída, incluso tú.

-¡No volveremos Romeo! Muchos preferimos estar así y salir adelante con las uñas, con tal de no volver.  Profugos del SIBOL y del "COLECTIVO", anotados en listas, botados de sus trabajos. Algunos perdieron un ser querido. Nos cansamos de los espejismos de los "demócratas" y sus elecciones. Nadie va a donde no lo quieren. Nadie vive, donde no se puede vivir.

-¿Tus padres?

-Mis papás son de Maracaibo. Los extraño mucho.

-¿Los visitas?

-No, desde que me secuestraron hace ocho años. Papá pagó mucho dinero para que me dejaran ir. Entonces me dijo: “Mija, no venga más, nosotros la visitamos”. Este año no sé si me visiten. El año pasado no pudieron, “EL DAKAZO” acabó con la  tienda de papá. Todo en Venezuela se hace cada vez más costoso y complicado- una lágrima rodó por su mejilla.


Romeo le ofrece una servilleta para que seque sus lágrimas y se pone de pie. Va donde el grupo de improvisados gaiteros. Romeo se presenta y comienza a cantar “El Ferry”:

Cuando el puente no existía y el Lago querías cruzar,
te podías embarcar en un ferry noche y día.
De mimbre eran las sillitas donde hacías el recorrido
y tomabas complacido una espumosa friita!
Saleeeen de Palmarejo y de aquí de Maracaibo,
el paseo más bonito navegando por el Lagoooo

-¿Y cuánto cuesta?-

Tres reales si vais a pie y cinco bolos en carro.

Terminando de cantar la canción del Ferry viene una transisión a la canción “Pa que Luis”. Lo que demostraba que por más precarios y feos los instrumentos, los músicos y el cantante eran muy talentosos.
Vamos todos pa’ que Luis
Allá por santa lucía

La cerveza está bien fría
Y de allí te vai feliz

En la esquina de San Luis
Te espero de noche y día…

El canto y el baile de Romeo, hace que Aida estalle en carcajadas. Las próximas tres horas serían de risas, inventos y canciones. Todo fantasma de tristeza se disiparía en la noche de La Patrona del Zulia.


Hernán llega a un lujoso edificio de Central Park West. El portero del edificio lo lleva hasta el apartamento D, del piso seis del pequeño edificio, toca el timbre y se retira. La puerta se abre y una voz lo invita a pasar. Entra al apartamento y llega hasta el centro de la sala que tiene un gran ventanal con vista al parque central. Las luces de la calle le brindan al apartamento una iluminación tenue pero suficiente.


Una mujer con un vestido azul celeste está parada de espaldas a Hernán, con la mirada perdida al enorme ventanal. La mujer lentamente se voltea y sonrie.

-¡Céfora!

-¡Mi “Ángel Negro”, mi salvador! Nos vinimos juntos en el avión, pero nunca me viste. Nunca pude agradecerte salvarme. Todos los días salí a las calles deseando volverte a ver entre los rostros de la gente. Todas las noches soñaba que tú te convertías en un oso enorme, y tus garras me arrancaban la ropa y una vez desnuda tus brazos gigantes me tomaban sin escapatoria alguna.

-Y te cubría del frío y te poseía… ese era yo. Es el sueño que  cada noche te regalaba concentrado en mi trance mágico. Todo era tan real y ya comprobé que ese encantamiento llegaba hasta ti.

-¿Por qué no me buscaste para hacerla realidad?

-¡Porque hay mucho que nos separa!

-¡Olvidate! De lo que nos separa ¡Por Dios! Estoy harta de este precipicio de prejuicios y condenas que nos separan.

-¿Por qué no aprovechamos ahora que estamos lejos de los ojos de la gente que nos juzga? Digo, si estamos lejos.

-Mi madre volverá mañana de visitar a mis tíos en Filadelfia- Céfora estira las manos con sus palmas hacia el rostro de Hernán y este las toma, atrae a la mujer hacia él. Luego en un rápido movimiento, Hernán coloca sus manos en las caderas de Céfora y de un rápido impulso hacia arriba, el vestido se desprende dejando a Céfora completamente desnuda, iluminada por las luces de colores que vienen de la calle.

Hernán se quita el sobretodo y la camisa. Carga a Céfora tomándola de las piernas, suavemente la deposita en el sofá  y comienza a devorarla a besos. En la penumbra se ve el ondear del cuerpo de Hermán encima del de Céfora. Se oyen las respiraciones y el tintieno de unas monedas, unas llaves y la hebilla de un cinturón. Luego del sonido de la ropa que cae al suelo. El tintinéo cede paso a una sinfonía sugerente: El rechinar del mueble alternado con el choque de los dos vientres, la respiración de un animal salvaje y la ópera de quejidos desesperados de placer Céfora.


Aída y Yo caminamos de regreso al lugar donde estacionamos el Audi, cerca de la Iglesia de San Emérico. Me impresionaban las luces de navidad que adornan el parque Tompkins Square.

-¿Es seguro entrar allí a esta hora?

-¡Claro! Las 24 horas.


Entramos al parque y me di cuenta que había una exposición de obras de arte en las caminerías. Entre las conversaciones que producía  cada obra me distraje tanto que por un minuto lo olvidé todo. Excepto el beso del marino en Times Square, pues había una obra de arte abstracto basada en ese beso.

-¡Vamos a intentarlo de nuevo!- le dije a ella. La volví a tomar de la cintura, como lo hice en la tarde temprano, hizo la misma vuelta, pero esta vez más suave y nuestros labios terminaron unidos y nuestras lenguas juguetearon por más de quince minutos y mis manos recorrieron casi todo su cuerpo ¡No lo podíamos creer! No sé en qué momento trate de desprenderme y ella me detuvo poniendo sus manos en mi nuca y empujaba mi cabeza hacia la suya.

Lo único que nos separó fue la carraspeada de los tres policías que nos pasaron por detrás. Ella estaba despelucada y yo parecía un payaso con todo su labial en mi boca.



De regreso al hotel donde nos quedábamos Hernán y Yo, no hablamos de nada. Sólo nos tomábamos de la mano en cada luz roja y mutuamente nos acariciábamos los dedos. Un beso “de piquito” fue la despedida por ese día.


Estando en la habitación me conecté a internet. Vi que Julieida, mi esposa, me tenía el perfil atiborrado de mensajes y fotos de Jaqueline, nuestra bebé. Ahí fue que comenzó la resaca. Le di la vuelta a la habitación sin perder de vista mi Facebook, me sentí avergonzado y decidí salir al balcón de la habitación.



Cuando Romeo se asomó al balcón de la habitación que tiene vista a la entrada del hotel, vio un Lexus IS350 plateado dejando a Hernán. Cuando el auto pasó frente a al balcón, Romeo pudo ver claramente a la mujer que conducía…-¡Céfora!-


No había lugar a dudas; la iluminación era buena y los vidrios eran tan transparentes que el auto parecía hecho de cristal. Además el rostro y los gestos respingados de “La Beata” son únicos e irrepetibles por otro ser humano en el mundo.
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Dedicado a los que emigraron de Venezuela.
Los que deben pasar las Navidades lejos de sus familias.

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VINO TINTO MEXICANO

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