sábado, 13 de febrero de 2016

3.38 EL ESTADO MALANDRO (LA CAUSA DEL COCHINO)




Es sábado a las 5 am y Teodoro Rodríguez Paredes, conocido popularmente como “El Cochino” sale tambaleante y con una dama semi desnuda colgada del cuello, de la discoteca BCM, en la Av. Raúl Leoni de Porlamar. Uno de sus guardaespaldas, “Care’Lancha” abre la puerta de su Porsche Carrera GT, para que su jefe entre y luego acompaña a la dama hasta el otro asiento del deportivo. Se preparan para volver a su hogar “La Carcel de San Alberto”.


Puede sonar un poco extraño, pero en Venezuela, es normal que algunos presidiarios , principalmente los Pranes, salgan de rumba los fines de semana.

El Cochino saca su llave electrónica y enciende el auto.

-¿Tas viendo mi amor? ¡Siente la potencia de este motol!- El rugido que se confunde con el ladrido un perro gigante, y atrae las miradas de los transeúntes que entran y salen de la discoteca. Care’Lancha y los otros dos “luceros” abordan sus motos BMW de alta cilindrada, para escoltar al “Jefe” a su destino.


El Cochino enciende el reproductor con reggaetton a todo volumen pero justo cuando el auto sale del puesto de estacionamiento un agujero a la altura del conductor, rompe el cristal del automóvil y se tiñen de sangre todos los cristales de la cabina. Un segundo después otro agujero rompe el cristal ensangrentado de la ventana del conductor y la mujer copiloto, sale del carro gritando como loca, bañada en sangre, por toda la calle.


El sol sale en Margarita con la terrible noticia que “El Cochino” ha muerto. Hay tristeza en toda la isla, desde Pampatar hasta Punta Arenas. Entregados los restos del Cochino a sus deudos, se inició un largo cortejo fúnebre que recorrió toda la isla. 


El funeral del Cochino fue un evento paralizó toda la decadente actividad de la isla, ya afectada por la crisis económica y de servicios, fruto de las locuras del régimen socialista de Nicodemo. El evento convocó, no sólo a lo más granado de la fauna delictiva, sino a personas humildes y honradas que veían en el poderoso líder delictivo, un alivio a sus necesidades que habían sido descuidadas por las autoridades de turno. Desde capos de la droga, hasta pescadores, artesanos, mecánicos y desvalijadores, médicos y sicarios, hoteleros de lujosos resorts y administradores de moteluchos de mala muerte, asistieron a la procesión de los restos del filántropo Pran de la cárcel de San Alberto.


Precisamente al pasar la carroza frente a la cárcel, los presos decidieron honrar su memoria, despidiéndole con disparos al aire, no precisamente de salvas, sino de plomo de diversos calibres. Las imágenes de los presos montados en el techo de la prisión, disparando sus fusiles Kalashnikov, M4, AR-15, FAL y pistolas ametralladoras con cargadores modificados, escandalizaron al mundo entero. Es increíble que exista todo ese festival de armas dentro de una prisión. Más increíble es ver como el Cochino convirtió la prisión en un resort más, de los que abundan en la isla.


En la Avenida 4 de Mayo, cerca de la bifurcación con la Avenida del aeropuerto se instaló una tarima, donde diversos cantantes, nacionales e internacionales, de diversos géneros románticos y bailables, rindieron homenaje al asesinado líder.


Cientos de viudas: de todas las edades, colores de piel, estatus social y estado civil, lloraron amargamente la partida del amoroso “cochinillo”. En especial aquella funcionaria, cuya foto en la cama King size, de la celda dúplex, dio de que hablar, a chismosos de la política, y a envidiosas periodistas de sucesos, a las que también se les arrugó el corazón al saber que ya no podrán narrar más aventuras criminales del legendario Pran.

Han pasado dos días desde el entierro del Cochino, y un silencio melancólico se apodera de los internos de la cárcel de San Alberto. El día transcurre aburrido y no hay trabajo por el luto. El centro de atención telefónica, desde donde se extorsiona personas a nivel nacional, está desierto. Los secuestrados han sido liberados sin pago de rescate, con la advertencia, que cuando pase el luto, deberán regresar voluntariamente. Nadie está picando carros en el taller. La fábrica donde se corta la cocaína también está desierta y las armas han sido guardadas tras el regaño del la Ministra Madrina.

Los Guardias que cuidan el perímetro de la prisión aguardan a que en cualquier momento, según el procedimiento, se presente un motín, por el liderazgo de la prisión. Aunque ya todos están claros que el jefe es el Yeimison, jefe de los luceros y del centro de extorsiones telefónicas. Además, es de muy mal gusto pelear el liderazgo de la cárcel ante una muerte tan sentida. Quien lo haga tendrá una muerte rápida y silenciosa. Yeimison y otros lugartenientes comienzan a hacer cálculos de quién pudo haber ordenado ese asesinato. 

Todos están en el consenso que ningún criminal de la isla, dentro o fuera de la prisión, pudo haber ordenado semejante crimen; así que se manejan varios nombres de otros penales. Aunque la gran mayoría de los sospechosos, no sólo presentaron sus respetos sino que pusieron sus servicios a la orden, para “hacer justicia”. Al parecer los Pranes de las otras cárceles, ni los de las megabandas del “ESTADO MALANDRO”, estaban involucrados en el crimen. Ninguno de ellos veía en el Cochino una amenaza para sus intereses, sino más bien un respetable aliado y colaborador.


El rugido del motor de una gandola llama la atención de guardias y presos. Mayor sorpresa la de los guardias al ver que la gandola remolca un Low Boy con un tanque de guerra. Un guardia de la entrada se acerca al vehículo. El chofer y copiloto descienden con unos papeles en la mano. El guardia observa los papeles y alarmado corre hasta su superior, el Capitán Reyes.

-Señor venga a escuchar esto.

-¿Qué sucede Sargento García? ¿Van a allanar la prisión?

-No señor. Es la cosa más loca que haya escuchado en mi vida ¡Venga!

El Capitán se acerca a los dos personajes.

-¡Buenos días! ¿Qué es eso? ¿Es un operativo?

-Buenos días.capitán, soy Dimitri Iochenko y mi socio Ivan Lavrov, representantes de  Rosfoboroexport de Venezuela, "sus proveedores militares de confianza"- el hombre saca una tarjeta de presentación y se la entrega al guardia.-Vinimos a hacer entrega de un producto que el señor Teodoro Rodríguez Paredes, adquirió hace unos meses.

-¿Qué producto es ese?



-Este tanque Armata T-14. Lo último que ha producido nuestra fábrica en Vladivostok. El señor decía que era para una obra de teatro de sus muchachos. Algo así como una alegoría  al motín de la cárcel del Rodeo.

-¡No puede ser! ¿Y ese tanque tiene municiones?- Pregunta Reyes

-Si señor. 30 balas de 125mm, y miles de balas de 12,7mm para la ametralladora a control remoto.

-Usted y el difunto están locos ¿Piensan meter un tanque de guerra al penal para que los presos jueguen con él?

-¿Difunto? No entiendo.

-El cochino murió en un atentado hace cinco días ¿Qué no vio las noticias?

-¡Caramba! No, estábamos en altamar trayendo el encargo del señor. Es infortunado, pero suele pasar que nuestros clientes sufran fatalidades durante el tiempo de entrega. De todas formas, como verá es una adquisición completamente legal, por más loco que parezca- dice Dimitri.

La voz de la llegada del tanque comprado por el Cochino ha corrido como pólvora. Un grupo de presos, encabezado por el nuevo Pran, Yeimison, se dirige a la entrada para convencer a los guardias que deben dejar pasar el “producto”.

El Sargento García intercepta a Yeimison para preguntarle ¿Cómo queda él allí?

-¡Mira! Ven acá, vamos hablá ¿Cómo es esto que el Cochino quería meter un tanque y no me pagó por eso como siempre?

-No se diablo. Pero si el jefe compró ese tanque, van a tené que metelo.

-Bueno pero si por meter una Glock, yo cobro cinco mil bolos y por un Kalashnikov, veinte mil. Chamo por un tanque me vas a tener que dar dollares.

-¡Echa pa ya perro! Primero ayúdame a mete ese bicho y después hablamo.

El Sargento García y el Pran Yeimison llega donde están el Capítán Reyes y Dimitri Iochenko.

-¿Y ESTO Yeimison? ¿Primero una caja de fusiles M4 y ahora un Tanque? ¿Después que? ¿Un avión?

-Bueno Capitán Reyes, de hecho en unos minutos viene una gandola con un MIG-25 en piezas ¡Pero no se preocupe! Es para armarlo en el parque infantil- responde sonriente Dimitri Iochenko.


El Capitán Reyes está que estalla de furia, pero el Sargento García se para a un lado de él y lo calma.



-Mi Capitán. El Yeimison dice que si no le dejamos pasar el tanque, van a llamar a la Ministra y usted recuerda lo que le paso al que estaba antes que usted en el mando, por no dejar meter el arsenal. La vieja le dio una diabla, lo ató a la parrilla de su moto y lo revolcó por todo Porlamar.


-Hay que estar mal de la cabeza para dejar meter armas dentro de una cárcel ¡Esas armas las van a usar contra nosotros mismos!- El Sargento García mira fijamente a su capitán furioso. Este se calma y toma una decisión: -Voy a dejar que hagan lo que les dé la gana. Me voy a lavar las manos. Eso sí… voy a llamar a mis superiores para notificarles esta aberración.

-¡Como has aprendido diablo! Meno mal que sabes lo que te conviene- responde Yeimison a lo que el Capitán lo mira con desprecio.

-Señores…- interviene Iochenco

-¿Y qué más quiere usted?

-Tranquilo Capitán. Era para informarles que mi socio y yo vamos a quedarnos unos días con los presos, ya que según el contrato debemos darles por lo menos 100 horas de entrenamiento en el uso del tanque.

-Por supuesto ¡Vayan haciéndose un espacio dentro de la prisión! Allí es donde deberían estar por venderles armas a criminales.

Emocionados los presos se suben al tanque, los dos rusos abordan la gandola y meten el tanque entre algarabías, música a todo volumen y disparos de armas.


El tanque es descargado en el patio oeste de la prisión y el primer alumno en recibir las clases será el Yeimison. Los presos se montan encima del tanque esperando darse “colita” en el.

-Señor Yeimison, no va a ser posible hacer bien el entrenamiento con tanta bulla e insultos. Si cerramos la cabina el aprendizaje será mejor.

-¡BAJENSE DE ALLÍ MAM#$%&)(%EBOS!- exige amenazante Yeimison con su AK-103 con cargador de caracol color rojo. Los presos se bajan del tanque y se resguardan en los edificios de los pabellones que circundan el patio. El tanque cierra las escotillas. El Yeimison se sienta cómodamente al lado de su instructor Ivan y el vendedor Dimitri se sienta atrás. Los tres dan un paseo alrededor del patio de la prisión, entre gritos de los presos y las miradas rabiosas de los guardias. De pronto Dimitri pasa su brazo alrededor del cuello del Yeimison y lo parte, matándolo en el acto.


El tanque se para en mitad del patio con el frente apuntando hacia el norte. La torreta del tanque gira hacia el oeste y dispara volando una parte del muro perimetral. Los presos estallan en risas y aplausos, mientras los guardias están escandalizados.

-¡Van a huir los presos!

-Cálmese capitán, aquí los presos entran y salen cuando quieran. Los fines de semana salen hasta la mitad de la cárcel y ya el lunes están aquí ¿Qué se van a estar yendo?

-¡Han volado el muro!

-Nohombre, en Tocorón echaron el muro completo abajo también- responde el Sargento García.

A través del espacio de muro derribado se puede ver la calle 3 de la urbanización Vista Hermosa, que está justo al lado de la prisión. Una gandola color negro, con un tráiler del mismo color, viene por la avenida oeste de la urbanización, se cuadra y comienza a rodar en retroceso hacia el boquete del muro. Pero nadie, ni los presos ni los guardias se percatan de ese detalle.

La torreta del tanque ahora gira hacia el sur apuntando a un sector específico de la planta baja del edificio del Pabellón 2, y abre fuego, creando un enorme boquete que traspasa el edificio.

-¡Mari&/%$# le dio al pabellón. Allí en la celda 18 donde está reunida “La Causa”!- Advierte “Care’ Lancha”.

“Cabezemotol” se acerca al tanque, insultando al Yeimison por el boquete que le abrió al edificio del Pabellón 2. Se saca la ametralladora micro Uzi que lleva metida en la bandolera y abre fuego contra el tanque. La ametralladora KORD de 12,7 milimetros, con mando automático, sobre la torreta, apunta al preso alzado y abre fuego contra él, haciéndolo pedazos. Todos los presos se hacen de sus fusiles y ametralladoras y se vuelcan al patio.

La gandola entra al patio, se tuerce y entra en línea recta contra el boquete del Pabellón 2. En el interior del pabellón está media docena de presos, que contaban el dinero de las extorsiones, el narcotráfico y los secuestros. Están armados pero aturdidos por el cañonazo. Estos se sorprenden cuando ven la puerta del container en el boquete. La puerta del container se abre y dos Carlos Androide armados con fusiles P90 disparan contra los presos desprevenidos.


Tres Carlos Androide más, salen hacia la entrada de la celda convertida en bóveda improvisada, y con sus fusiles, le paran el paso a cuatro luceros, que infructuosamente disparan contra sus cuerpos blindados.

Uno de los Carlos Androide, porta una especie de aspersor, continúa el paso por el pasillo del pabellón y llega hasta una celda que resulta ser el arsenal de la banda del “Cochino”. El Androide rocía todo el cuarto con abundante líquido verde, pero pero su tránsito es obstaculizado por varios paquetes de tazas y franelas con la imágen del cochino y donde se puede leer "El Cochino Gobernador. vota PUFS".


Esa fracción de segundo en la que el Carlos Androide observa estos curiosos productos es aprovechado por tres presos fuertemente armados que lo arremeten a fuego de Kalashnikov y AR-15. Los disparos golpean sin penetrar la armadura del robot, pero las chispas llegan al líquido verde y este se inflama, haciendo explotar el lugar.

Solo dos minutos han transcurrido desde que la gandola penetró la bóveda del cochino y ya los techos de los Pabellones 2 y 4 están repletos de presos que observan todo lo que ocurre. Los leales al “cochino”, más de la mitad de los internos, todos ellos debidamente armados, comienzan a disparar contra la gandola y el tanque.


Dentro del tanque, Dimitri, el supuesto vendedor ruso de armas, es en realidad Bradley y su compañero Iván, que es otro robot con inteligencia artificial como él. Ambos androides se preparan a salir del tanque con sendas ametralladoras MINIMI MK3. Los disparos hacen que el tanque suene como un techo de zinc bajo la lluvia.

-Amazon vamos a salir- se comunica Bradley con Amazon vía wifi.

-Estoy ubicando los blancos en el techo de los dos edificios. Establece un perímetro alrededor del transporte.

-Ivan…- Iván el androide retira el cadáver del Yeimison y abre la escotilla debajo del tanque.

Amazon comienza a cubrir la salida de los dos ocupantes accionando de manera remota la ametralladora KORT de la torreta del tanque eliminando de manera eficiente a los tiradores de los techos de ambos edicificos. Los defensores armados caen enteros o en pedazos al patio de la prisión.

Bradley, cubre la gandola por el lado este, con dos Carlos Androide que salen por una puerta lateral del conteiner de la gandola. Ivan, cubre el lado Oeste con otros dos Carlos Androide.


El Tanque, controlado como un drone pasea por todo el patio, disparando su ametralladora hacia el techo.

Los Guardias miran atónitos todo aquello. El Sargento García siente que todos están metidos en tremendo lío, y peor aún que no va a tener el pago prometido. El Capitán Reyes está atacado con la mano en el pecho al ver que permitió ese desastre.

-¿Qué hacen allí todos viendo? ¡Atención! Todos a sus posiciones. Vamos a…

-¿Vamos mi Capitán? ¡Naaaahhh! Ese es un pe=)(& entre ellos, no nos vamos a meter- responde un cabo resabiado que recibe la aprobación de sus colegas soldados.

-¡Llegaron los cestatickets a los Cocos!- exclama otro guardia.

-Lo sentimos capitán pero vamos a irlos a cobrar para comprar comida sin hacer cola en el UNACASA- informa el Sargento García.

En los Pabellones 1 y 3 salen en cambote tropas de presos armados con armas diversas para apoyar a sus colegas malandros. Un grupo de presos, los leales al Pran Mashmud, “El Libanés”, se prepara para apoyar. Pero Mashmud, sentado en su despacho, adormano con extrañas banderas escritas en árabe, le pregunta a su jefe de luceros:

-¿Para dande vas dú?

-¡Jefe están atacando la cálcel!

-Esdan adacando a la gente del "Gochino", no a nosodros. ¡Guedese aqui tranquilito! Cuidando nuestro buggie y nuestra causita que es chiguita. Después que base el pe/(&% vemos como guedamos nosotros aquí.


Dentro del edificio del Pabellón 2, dos robots montacargas comienzan a subir al trailer, los paquetes de billetes de 100 dólares, billetes de 100 bolívares y hasta de 500 Euros, que hay en la improvisada bóveda.


Los robots no expresan emoción alguna al cargar la cuantiosa fortuna material del grupo criminal, pero los operadores en el cuartel general de “La Hermandad” no salen de su asombro, al ver que lo que cargan, excede sus expectativas. Pero lo más asombroso llega, cuando uno de los montacargas muestra a través de sus cámaras, una paleta con doscientos kilos en lingotes de oro con el sello del Banco Central de Venezuela.



Un preso armado con un AT4 y dos cohetes, corre hacia una pared del lado norte del edificio del pabellón 4. Hábilmente carga el lanzacohetes y dispara contra uno de los Carlos Androide del grupo de Braley, destruyéndolo en el acto. La bola de fuego alcanza a Bradley quemándole parte de la cara.

-Mier&/%$ estos humanos pen&/(%# siempre me queman la cara.

-La próxima vez ponte cara de boxeador, para que veas que no te la queman- Responde Amazon.



Por el Oeste, Ivan también recibe una ráfaga de disparos de FAL, que inutiliza su brazo izquierdo y neutraliza a otro Carlos Androide. El preso es eliminado por el tercer androide del grupo. Al contrario del los presos que hacen una lluvia de plomo, los robots combatientes aseguran los blancos antes de disparar.




Las Granadas ultrasónicas, lanzadas por los tres grupos de robots, dentro y fuera del edificio del Pabellón 2, hacen estragos entre los presos armados y parapetados, ya que hacen que sus granadas exploten de manera espontánea.

Amazon es informado que todo el botín ha sido cargado. Es el momento de la retirada. Dentro del edificio, uno de los robots que cubre el pasillo de entrada a la “bóveda” localiza el pecho del robot neutralizado. El robot toma el pecho chamuscado con la mano izquierda y con una llave especial en el dedo índice de la mano derecha, lo abre y retira una pequeña caja amarilla, que emerge en la medida que la tapa se desliza. 

Esa caja amarilla es la computadora del robot, la pieza fundamental. Contrario a lo que cualquiera puede pensar, la computadora de los Carlos Andriode, está en el pecho. En la cabeza están todos los sensores visuales, auditivos, detectores de gases y radares.

Iván remueve el brazo izquierdo del androide destruido, se lo coloca y remueve la computadora del pecho, cubierto por el fuego del androide disponible y del tanque.



Bradley recupera la computadora del robot destruido por el lanzacohetes. Hay ocho motocicletas paradas frente al mural del Cochino con Panelo. Vía wifi, Bradley le indica a los robots disponibles en campo que tomarán las motos para salir.  

Los robots montacargas entran al conteiner, los dos Carlos Androides cierran la puerta, y la gandola, un drone más, arranca y sale por el mismo boquete por el que entró, cubierta por el fuego del tanque y granadas de humo rojo, naranja, verde y azul. Bradley, Ivan y uno de los Carlos Androides toman una moto cada uno y salen por el boquete detrás de la gandola, el tanque aplasta el resto de las motocicletas y cubre la salida a pie del resto de los andriodes, que luego de estar afuera, se ponen de parrilleros de las motos que esperan afuera.


El tanque Armata T14, controlado por Amazon, sale a toda velocidad abriendo otro boquete por el muro perimetral de la cárcel. Con un par de disparos del cañón termina de demoler el edificio del Pabellón 2, y se instala  en mitad de la Avenida Juan B. Arismendi para evitar que las fuerzas militares o policiales interrumpan la huída del resto del grupo.

Un grupo sobreviviente de presos armados corre hasta el tanque, encabezado por “El Julito”, el preso del lanzacohetes, que dispara contra el tanque, volándole una de las orugas. El tanque responde con el cañón, contra el improvisado infante artillero, haciéndolo chicharrón en el fondo de un cráter. El fuego de cobertura con la ametralladora, mantiene cualquier acción ofensiva a raya, mientras la gandola y las motocicletas se alejan.


Mientras tanto en Caracas, el Mayor Jesús Avendaño, aguarda ser entrevistado en un cuarto de interrogatorios. El Mayor custodiaba una instalación militar en las Tejerías, que fue atacada por miembros de la banda del “Chigüire”. La puerta del cuarto se abre y entran los comisarios Horacio Pantoja y Pedro Margallo.

-Señores ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué estoy esposado? Ustedes no tienen jurisdicción sobre mí. En todo caso es Inteligencia militar la que me debe interrogar o por lo menos el SIBOL.

-¡Callate! Te interrogaremos nosotros. Tus amigos del CIM y del SIBOL están ocupados persiguiendo y golpeando tuiteros o estudiantes que queman cauchos y basura en la calle. Nosotros nos ocupamos de los casos serios. Y el robo de 50 fusiles M4 es muy serio- responde Horacio.

-Ya lo conté todo. Ellos eran muchos y estaban hasta mejor armados que nosotros. Se treparon por el muro del fuerte y sometieron a los centinelas, nos sorprendieron en el rancho y nos maniataron. Entraron en el parque y se llevaron los fusiles, las pistolas y las granadas. Además ya recuperaron los fusiles ¿no? ¿Qué más quieren de mí?

-Si Mayor, pero hay cosas que no nos cuadran y sinceramente, ya nos tienen las bo&%$$# hinchadas que luego esas armas las usen contra nosotros en las calles, y nosotros sólo usamos pistolitas. Así que usted nos va a ayudar- responde Pedro Margallo.

-¿Qué más les voy a decir? ¿A caso me van a torturar?

-No Mayor, usaremos a Polígrafo- indica Horacio.

-¡Polígrafo! Pasa- pide Margallo.

Un hombre rubio, regordete pero musculoso, de baja estatura y bigotón entra en el salón, vestido de pantalón casual negro, camisa negra y chaleco antibalas negro, que le queda bastante pequeño y ajustado, entra en la sala de interrogatorios, portando un pequeño bolso negro con el logo de una reconocida marca deportiva.

-Te presento a Polígrafo Marcano Semprún. Viene de la delegación de Maracaibo y te cuento que tiene un poder especial. Lee la mente. Sabe cuando un tipo dice la verdad o miente.

El mayor mira fijamente al hombre regordete que también lo mira fijamente. En esa batalla de miradas, el Mayor pierde, desviando su mirada hacia Horacio y Polígrafo convencido que el hombre miente exclama -¡JUM!- 

Polígrafo coloca el pequeño bolso sobre la mesa, lentamente lo abre, saca de él un par de guantes de látex y un tarro de vaselina. El Mayor pela los ojos y una gota de sudor frio le baja por la frente.

-Veee Pedrito, bajále los pantalones ahí- pide Polígrafo.

Justo antes que Pedro hiciera el amago de ir a ejecutar la instrucción de Polígrafo, el Mayor se pone de pié con las manos esposadas atrás y excalama –¡Señores por favor! Creo que hay otras formas de resolver esto. Todo tiene una explicación.

-Pues explícanos antes de hacerte el despistaje de cáncer de próstata…

-El líder de la banda del “Chigüire” me contactó para que le vendiera los fusiles. Me ofreció tres mil dólares en efectivo por cada fusíl y quinientos por cada pistola y granada,  y yo accedí. Luego iba a repartir el dinero entre los soldados de la unidad. Ellos me dieron la mitad del dinero antier y la otra mitad me la iban a dar hoy.

-Polígrafo, eres un profesional talentoso, puedes retirarte.


-No Horacio. Hay algo que quiero saber. Es una inquietud que no me deja dormir-. Pedro observa al Mayor y luego a Polígrafo -¿Por qué? si está visto que son ustedes los militares, los que venden armas de guerra a estos criminales, y alguna gente en el gobierno se las dá también… Hay tantos fusiles hay tantos fusiles americanos M4, M16 o AR15 en manos de estos delincuentes. No entendemos. 

Más bien deberían ser kalashnikovs. Y no es que los criminales no tengan kalashnikovs, pero obviamente les gustan más las armas americanas que las rusas ¿Podrá usted Mayor responder?

El Mayor Avendaño mira para los lados como sin palabras. Horacio le hace una mueca y Polígrafo mira a Pedro. Pedro camina hacia el Mayor y con fuerza acuesta su pecho contra la mesa…

-¡Basta! ¡No! ¡NOoooo! Voy a decir lo único que sé.

Margallo da un paso atrás y el hombre comienza a contar su historia:

En 1998 el Ministerio de la Defensa, puso en marcha un proyecto para sustituir el FAL como arma regular del personal de tropa. Así que se llamaron a varias empresas para concursar y elegir el mejor fusil para nuestras Fuerzas Armadas: Fabrique National (Bélgica), los padres del FAL, Sig Sauer (Suiza), Heckler & Koch (Alemania), IMI (Israel), Cetme (Francia), Colt (Estados Unidos), Denel (Suráfrica) y Rosfoboroexport (Rusia).


Todos ellos trajeron sus mejores prospectos el FN-SCAR, el "SuperFAL" le decían los reclutas, el Steyr AUG A4, el SIG-550, el G36, el TAR 21, que después lo elegiría el Ejército Colombiano, el FAMAS G2, el M4A1, el Vektor-CR21 y el AK-103 respectivamente. 

Las pruebas técnicas fueron exhaustivas y los tres ganadores fueron Fabrique National, Heckler & Koch y Colt. Aunque los Sudafricanos estaban dispuestos a pagar una jugosa comisión, su arma era una c&%$%ada. Luego vino la evaluación económica. Los alemanes tenían la mejor oferta pero los Gringos hicieron todo lo posible por ganar. 

Aprobaron un atractivo crédito, incluso una comisión superior a la de los sudafricanos y un contrato de servicio a veinte años. Ganaron y comenzaron a llegar de a poquito los lotes de fusiles M4.

Hasta que Panelo llegó al poder. Los americanos suspendieron los envíos y todo el negocio que había detrás.  Algunas unidades de comandos, inteligencia y fuerzas especiales, usaron los fusiles americanos como su arma de reglamento, pero los otros quedaron arrumados, llevando polvo, en los parques de algunas unidades, porque Panelo a troche y moche metió el AK-103 ruso.


Panelo comenzó a repartirle armas al “Colectivo” después del golpe de 2002. Los viejos fales y fusiles M4 americanos, y las que no fueron repartidas las vendimos nosotros a los Pranes de las megabandas que se estaban gestando en los barrios, en los campos y las cárceles del país, al amparo de los subalternos de Panelo.

Paralizados por la revelación, Margallo pregunta ¿Cuántas armas de estas están en manos del hampa?

-Creo que nada más en Maracay deben haber cinco mil.

-¡NO ME JO%&$#&! ¿Cinco mil? ¡En Caracas debe haber el triple de eso!

-Es el problema de preguntar, Pedro. La respuesta puede no gustarte-. Responde Horacio mientras saca de su chaqueta su celular que repica en vibracall. –Polígrafo, mete a este en la celda. Pedro ven que ya llego el hombre.

Horacio y Pedro salen del cuarto de interrogatorios y van hasta su oficina, donde los espera un hombre viejo y delgado de barba blanca.

-Doctor Navarro ¿Qué de tiempo?

-¿Cómo están muchachos?


Pedro cierra la puerta y Horacio ocupa su lugar en el escritorio.

-Navarro, te fuiste para Margarita buscado paz y tranquilidad que no tenías en Bello Monte y resulta que conseguiste estar igual o peor que en Caracas.

-¿Qué te puedo decir? Quería que me dieras tu opinión sobre unas cosas extrañas que vi en la autopsia del “Chocino”.

-¿Qué es tan grave que no pudiste decirnos por correo?
  
-Bueno Horacio; resulta que el cadáver del "Cochino" nos llegó a la morgue y por presiones… tu sabes ya como es todo, tuvimos que revisarlo y entregarlo rápido. Pero uno de los patólogos pasante, no era simpatizante o “beneficiario” del occiso, sino más bien víctima del y se puso a meter una sonda en una de las heridas de bala. Haciéndo bromas pesadas. Muy poco profesional de su parte claro. Pero descubrimos que las trayectorias de los disparos dentro del cuerpo no eran rectilíneas, para ser una bala de ese calibre tan grande. Parecía 5.56 o mayor. Los disparos enraban por el frente y salían por los costados. Lo curioso es que la mujer que estaba sentada su lado no salió herida. Ninguna de las balas penetró el asiento. Más curioso aún es que el cuerpo presentó diez disparos pero el vehículo tiene sólo un disparo de entrada por el parabrisas y uno de salida por la ventana del conductor. No eran vidrios blindados pero eran bastante resistentes, no se  pulverizó el cristal. Nadie vio a ningún tirador con una ametralladora por el lugar. Por último...- 

El doctor Navarro saca su celular y muestra a los comisarios un video que tomó durante la autopsia, -Cuando revisamos las viseras del cadáver, específicamente el corazón, notamos algo más perturbador. Una bala entra por la aurícula derecha y sale por el ventrículo izquierdo y otra entra por el ventrículo derecho y sale por la aurícula izquierda. ¿Cómo puede ser posible? ¡En mis treinta años de carrera había visto algo así!

Los dos policías se miran las caras pero sin mucho asombro.-Ustedes saben algo, no los veo asombrados con nada de lo que les cuento.

-No Navarro. El hecho que no estemos asombrados no significa que no nos hagamos la pregunta de ¿Por qué “La Hermandad” asesinaría al “Cochino”?

-¿Venganza tal vez? En 2014 se usaron presidiarios, liderados por "Cochino", vestidos de Guardias Nacionales para poder asesinar a los manifestantes- responde Pedro a Horacio.

-¿La Hermandad? ¿Los terroristas, golpistas, fascistas, autopistas? ¿Qué usaron?

-Sí, esos mismos loquitos; tienen balas inteligentes que eliminan un blanco sin necesidad de apuntarle de frente. Es como si le dijeras a una bala “Anda ve y busca a fulano y mátalo…”- Navarro queda abismado en el puesto.

De pronto se nota un corre corre entre los agentes. Pedro se fija –Parece que hay rollo en la carrera 810 otra vez.

Una agente entra a la oficina de Horacio:

-Horacio, hay problemas en la Cárcel de San Alberto, en Margarita.

-¿Qué sucede?- Pregunta Pedro.

-No sé cómo, pero los presos metieron un tanque de guerra y el tanque terminó matando a todos los hombres del “Cochino”, luego entro una gandola con “Soldados Robot” que se llevaron "la causa"…

-¿Ves Navarro? Todo comienza a tener sentido- exclama Horacio.

-¿Soldados robot? ¿Balas inteligentes? Oh no. Y yo estaba escandalizado cuando vi a los presos con Kalashnikovs en el techo de la prisión.

-¡Ahora es que vas a ver vai$%#"s! Conociendo a esos tipos, seguro están huyendo de la isla en un submarino- finaliza Pedro.

Horacio toma su celular y llama a uno de sus contactos en “La Hermandad”.

-Hola Horacio.

-@LucioAugustoX ¿Soldados robot atacando una de las cárceles más armadas de todo el país?

-Necesitamos dinero para medicinas y alimentos. Tus jefes quieren dejar morir a la gente y nosotros no lo permitiremos. Y sí, soldados robot; no nos arriesgaremos a tener bajas entre los nuestros. Todos están ocupados quitándole la plata que se robaron Nicodemo, el Capitanejo y compañías.


-¿Ustedes no tienen límite?

-Horacio, acabas de interrogar a un "soldado de la patria grande socialista" que le vende fusiles americanos al "Estado Malandro" ¿Y me preguntas sobre límites?

-¿Y ese tanque? ¿De dónde lo sacaron?

-Los Rusos se enterarán hoy a donde fue a parar su tanque, último modelo, perdido en Ucrania. Cuando quieras, nos tomamos un café y te echo el cuento. Disculpa que interrumpa la llamada, pero, estoy coordinando el acto final de este sainete.


Rodando a toda velocidad, la gandola tiroteada, chocada y parcialmente chamuscada, marcha en rumbo noroeste hacia la población de San Juan. En una granja, a la entrada del pueblo, Anne Liz (@AnnGe) y otros tres miembros del grupo 25 de “La Hermandad” permiten el paso del vehículo y los tres motorizados, y de inmediato cierran el portón. La Gandola entra en un galpón de la granja sin ser vista. Allí la gandola es esperada por media docena de cavas para pescado y tres camiones volteo.

Las dos nuevas tareas de los Carlos Androide son: un grupo cargará con ayuda de los montacargas, el botín en la cavas de pescado y el otro grupo, desarmará, hasta el último tornillo la gandola y el tráiler, y cargará sus pedazos en los camiones volteo.

Mientras tanto en la isla está prendido el caos. Los militares destruyeron el tanque luego de horas lidiando con él. Pero cuando los dueños fueron arecoger los restos, ya los habitantes de la isla lo habían picado y desvalijado y vendido todo el hierro a los chatarreros. 

En Youtube “La Hermandad” no solo se atribuye el ataque, sino que pone al descubierto la inmensa fortuna y armamentos, del pranato en el penal margariteño; dejando al régimen de Nicodemo y la gestión de su ministra Isis Valeria, con “las nalgas al aire”.

En la Cárcel de San Alberto, los presos, están en el proceso de la transición al nuevo Pran, “El Libanes”, quien le dará una nueva dimensión al lavado de dinero en nombre de "Hezbollah". Menos mal que los pocos leales al “Cochino” decidieron que era mejor evadirse, como lo hizo la gandola aquella, antes que tener que arriesgarse al juicio del nuevo líder.

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Dedicado a la sociedad civíl, víctima de la impunidad y la negligencia del régimen.

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